Como ya se había dicho en el capítulo anterior el comercio informal se ubica en su gran mayoría sobre la calle de San Juan, allí se presentan desde artistas que dan muestra de lo que hacen, hasta toldos montados por artesanos y vendedores ambulantes de tinto, mango biche, Vive 100, Bonice.
Toldos de San andresitos    Foto tomada por Daniela Vélez

Los vendedores ambulantes en su mayoría son personas de 30 años en adelante, incluso ancianos de 80 años que dedican sus días a vender tinto en un carrito de mercado, pero también hay jóvenes como Ricardo, que tiene 25 años que lleva vendiendo 8 años en el parque, él siempre ha estado ubicado en el mismo perímetro, le preguntamos qué cambios ha presenciado en el parque, él dice que ninguno, que él ha presenciado las decoraciones que hacen por ejemplo para navidad, o épocas en especial, pero que sin embargo, él nunca ha notado un cambio radical, lo más nuevo que ha visto en el parque ha sido  la implementación de Encicla, Ricardo relata el ambiente del sector como relajado, él dice que se siente en su “entorno”, las ventas que realiza depende del flujo de personas que hayan, dice que en horas pico le va muy bien -“gracias a Dios como y me sostengo”, dice él con una sonrisa en el rostro, porque esto es lo que le toca hacer día tras día, sobre la seguridad el habla muy tranquilo, dice “si yo no me meto con nadie, nadie se va a meter con migo”.


Doña Maria del Carmen, la señora que vende tintos en el carrito de mercado tiene alrededor de 80 años, pero ella dice que una verdadera dama nunca revela su edad, ella lleva ya tiempo dedicada a la venta de tintos en el parque de las luces y ahora la acompaña su hijo quien pareciera ser el que continúe con las ventas de los tintos, lo que lleva a pensar que estas ventas aunque informales son algo ya establecido, algo así como un negocio familiar, doña Maria del Carmen se hace  sobre San Juan y se hace en las sillas del parque a esperar que aparezcan clientes, - “a veces llega gente a comprarme y uno se entretiene un rato hablando con ellos”, ya a ella le da pereza ir a trabajar, -“si bien una dama no revela su edad, los años tampoco vienen en vano, mija, si yo quiero seguir viviendo ‘desto’ pues me toca decirle a mi hijo que emberraque a vender”, dice que la seguridad es normal, no es la mejor, pero ella no se siente insegura, -“acá dizque no le roban a uno”, competencia si hay, hay varios tinterillos y gente que vende otras cosas, pero doña Maria del Carmen, sigue allí; y cuando no está ella está su hijo.  


Y así, como Ricardo y doña Maria del Carmen cada vendedor tiene una  historia que contar.


En el sector de Cúcuta a pesar de que sea a considerado como un no lugar, se ve la presencia de vendedores ambulantes, señoras sentadas en una esquina con carritos donde pasan bastante cantidad de buses y algunos jóvenes que venden en los buses esperando en esta esquina a que llegue el transporte público y más al fondo se da la presencia de un solo vendedor ambulante que genera una aglomeración de personas alrededor de este para tomar tinto, comprar empanadas y uno que otro cigarrillo  y que a pesar de ser un lugar tan poco concurrido y solitario este pequeño puesto hace que haya un poco de movimiento en el sitio.
Comercio informal     Foto tomada por Daniela Vélez

Estos mismo vendedores ambulantes son los que muchas veces se apropian realmente del parque, además de que ocupan un gran espacio en san juan y los lugares ya mencionados, son los que al fin de cuentas conocen como es la vida en el parque, muchas veces son estos los que sostienen conversaciones con los transeúntes y compradores, y muchas veces son a ellos a los que se ven usando las sillas que conforman el lugar, ya sea descansando o vendiendo.