Un recorrido por toda la historia de la Plaza de Cisneros
muestra una cruda realidad que ha ido acompañando este lugar durante su
desarrollo, Como ya antes se ha mencionado la Plaza de Cisneros desde su
creación hasta la actualidad ha sufrido una cantidad de reformas,
construcciones y continuamente un abandono que fue degradando muchos de los
emblemáticos edificios que pertenecían o pertenecen a este lugar, esta marcas
del tiempo no han sido en vano porque desde un tiempo atrás y a pesar del
cambio y reconstrucción que le han hecho al
parque hoy en día es un lugar que presenta graves problemas de
seguridad, drogadicción, deterioro e indigencia que causa que los ciudadanos no
vean este lugar como un espacio del que realmente puedan apropiarse y pueda ser
usado para el disfrute de la sociedad; que realmente la gente sea indiferente
ante el significado real de los 300 postes y 170 lámparas que son una obra de
arte, que si bien el parque y sus alrededores son una oferta cultural,
educativa y artística, los factores externos hacen que los ciudadanos ignoren
estas cualidades.
Esta situación es la consecuencia del abandono continuo
por las entidades gubernamentales “Las
administraciones han hecho caso omiso a este espacio, que en su historia más
reciente pasó de ser una obra escultural y arquitectónicamente bien pensada… a
ser un espacio feo, deteriorado por la indigencia y la inseguridad” , y a pesar de las denuncias y los reclamos de algunos ciudadanos que exigen
que se tomen cartas en el asunto, las entidades solo han dando una solución superficial ante la
situación “Transeúntes comunes del sector
aseguran que los robos y el micro tráfico de estupefacientes se pasean por las
narices de los pocos bachilleres de la Policía que hacen presencia en el
Parque” .
Además de todo esto, Medellín tiene un problema con los
espacios públicos y es que pese a que invierte en el desarrollo de ellos, los
espacios públicos no están pensados para su apropiación. Uno de los principales
problemas es político ya que en un período administrativo se inician obras y no
se concluyen y se deja un “gran legado” para el siguiente período, con las
dificultades de siempre: pagar por incumplimiento de contrato de obra, o en el
caso contrario, terminarla y así crear falsos procesos de articulación en la
ciudad para los habitantes.
Los espacios públicos que se generan en Medellín no están
pensados para que la gente haga uso de ellos pues no hay lugares donde las
personas se puedan ir a sentar, a descansar a estar tranquilos y pasar un rato
conversando, o haciendo nada, ni siquiera el parque de las luces que fue un
proyecto tan grande y tan bien pensado cuenta con estas características, de
hecho uno de sus principales problemas además de su historia y referentes, es
su ubicación las personas no se apropian de este espacio porque no carece de
sillas y porque tiene una calle tan frecuentada como lo es San Juan, una calle
ruidosa y muy transitada, que de una u otra manera hace que las personas no
quieran quedarse en ese lugar, en semana la mayoría simplemente solo pasa por
el lugar, no lo aprecia, pero los fines de semana son otro tipo de personas las
que se apropian del sitio, “en Medellín
necesitamos espacios donde la gente ronde todo el tiempo... los ciudadanos
estamos esperando que nos regalen espacios para el disfrute, para estar
parados, para descansar, para estar haciendo nada en ellos, para hacer
ejercicios o para charlar un rato, para perder la identidad, para dejar un rato
de ser lo que todo el día somos”.
“Existe
una incongruencia de lo que son los procesos de construcción de ciudad porque
¿qué ponemos como centro?, ¿el objeto o el sujeto?”. El problema no radica en
las astas de luz, pues Medellín no cuenta con un problema estético, ni
artístico, ni técnico, sino con un problema político, que no ha permitido
intervenir en la construcción de estrategias que generen coexistencia tanto en
los ciudadanos como en la ciudad.”
Protesta en el Parque de las luces. Foto por Andrea Gaciria |
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